viernes, 29 de abril de 2011

El rito de la abundancia

El Parque Colón es una especie de central de transporte. Las dos avenidas que lo colindan son prácticamente el último enlace entre la zona 1 y los proyectos habitacionales del norte de la ciudad y sus municipios vecinos. Cuando el destino funciona a la inversa, muchos hacen escala en este punto del Centro para abordar otros buses a sus lugares de estudio o trabajo.

Pero al caminar por los alrededores del Colón, lo primero que salta a la vista no son los buses, a pesar de que el movimiento del trasporte urbano es constante hasta el ocaso. Lo que realmente sobresale son los multicolores diseños de las piñatas. Desde los años 80 (lea Historia), el sector de la 9a. calle y la 12 avenida del parque (uno de los dos que como tales tiene el Centro Histórico), es un punto de conveniencia para quienes incluyen una piñata en las celebraciones infantiles. Cada golpe a la estructura –hoy de alambre y papel, antes de barro– va cargado con la fuerza de la cosmovisión prehispánica fusionada con dejos del antiguo oriente.

Las primeras piñatas estaban realizadas con terracota, el barro daba forma a animales, especialmente vacas y bueyes, los cuales eran rellenados con diversas semillas para atraer la buena fortuna. Existen dos versiones acerca del origen de la piñata, una mitológica relacionada al dios maya de la lluvia Chaac, y la otra que –más conocida y aceptada– de raíces en China.

Marco Polo, durante su viaje a Oriente en el siglo XII, quedó maravillado por el colorido de las piñatas y su relación con la abundancia. Optó por llevar algunas a Europa. Sería con la conquista española y la posterior campaña de evangelización que fue asimilada por los pueblos prehispánicos. Se presume que llegó a México por medio de los colonizadores españoles y que fue idea de los misioneros relacionarla con un ícono del mal que debía ser extinguido (sí, a palazos). Se especula incluso que algunas tenían el aspecto de los dioses ancestrales prehispánicos. Lo que inicialmente eran figuras de diablos, posteriormente se transformarían en estrellas de siete picos, “que simbolizaban los siete pecados capitales”, refiere Juan Carlos García, de Chapiñatas, una de las empresas que opera en el sector del Colón. Romper la piñata simbolizaba la destrucción del mal y uno recibía el premio de Dios, que eran los dulces”, refiere García.

De acuerdo con Luis Aguilar, director de Espacio Bakabs, la piñata tiene su origen en Mesoamérica, lo que explica su presencia en México y Guatemala. El mito nace de la cosmovisión maya cuando Chaac, dios de la lluvia, vivía en una casa con cuatro habitaciones (una en cada punto cardinal), en las cuales un ‘pequeño Chaac’ ayudaba a generar la lluvia al romper con un bastón de madera un jarrón de barro previamente llenado en la pila de la casa. “Este mito alude a la abundancia, no sólo a la lluvia”, refiere Aguilar, quien recuerda que hace muchos años la piñata era una tinaja de barro. “Al romperla en tu cumpleaños, lo que hacen los asistentes es desearte abundancia en la vida. El agua fue cambiada por frutas y ahora reemplazadas por dulces, mientras el barro cocido cedió ante una estructura de metal forrada de papel. Sin embargo, con el paso del tiempo el significado se ha ido perdiendo y eso es lo que queremos recuperar”, señala Aguilar, al frente de un centro cultural que busca la promoción de artistas emergentes y artesanos, así como el rescate de las tradiciones. El acercamiento entre él y el comerciante de piñatas Carlos Patzán culminó en fin de semana dedicado a este arte efímero y en un desfile de piñatas gigantes por las calles del Centro Histórico (lea Festival de la alegría)

Evolución

La piñata guatemalteca reemplazó a la tinaja de barro forrada de papel por materiales más maleables. “Eso fue como en 1965 cuando mi madre, María Teresa Baldizón, trabajada en laBambi, local de Juan Carlos Humberto Arévalo que estaba sobre la 12 avenida. Ahí empezó a fabricar piñatas con papel”, dice Mirna Berducido, quien continúa en el negocio y al igual que su progenitora se inició a los 14 años en la industria. Mirna tiene 39 años y su madre 76. Ambas participarán en el desfile de piñatas gigantes con el diseño de una iguana de 2.5 metros.

El proceso creativo no se ha estancado. “Ahora se agregan otros materiales como pintura, algodón, celofán; los cuales se pueden combinar con otro tipo de elementos muy usados en las manualidades”, acota Carlos Patzán, quien tiene su taller en el interior del mercado Colón y cuenta con 19 años de experiencia en la elaboración de piñatas, indica que, como en todo arte, la elaboración de estos productos requiere de técnica. “De hecho, son cuatro, las cuales dependen del material. Las más reciente es la producción de piñatas hechas con hilo. Son las que exportamos y se trabajan con cáñamo –para reemplazar el alambre–, papel blanco y de china. Su versatilidad se encuentra en que pueden ser dobladas para su fácil embalaje y envío”.

No todo se circunscribe a la efímera creación que acaba apaleada por los niños. La habilidad de Patzán ahora se vuelca en la elaboración de lámparas. La propuesta traslada su experiencia a estructuras ornamentales permanentes que emplean alambre de calibres más gruesos y papel traslúcido, como el calco o el celofán. La primera obra concreta del comerciante en esta línea se podrá observar en el I Festival de la Alegría: cuatro jaguares de gran tamaño, a partir de los cuales se creará una línea con diseños infantiles y motivos guatemaltecos. Otra muestra de ingenio se verá en la piñata de un cocodrilo de casi 10 metros de largo que contará con movimiento en su cabeza y cola.

El desfile es un gran salto en comparación a las primeras piñatas que tanto María Teresa Baldizón como Mirna Berducido fabricaron. Pero ninguna de ellas está ajena a la innovación. Tampoco sus colegas del gremio piñatero.

Feria de la alegría

Se realizará el sábado 9 y domingo 10 de abril, de 10 a.m. a 8 p.m., en Espacio Bakabs (5a. avenida 10-53 zona 1). El festival pretende ser anual e incluir un desfile de piñatas gigantes. Este año la temática es la fauna guatemalteca. El desfile partirá el domingo 10, a las 3 p.m., del Parque Colón hacia la Plaza Mayor, luego tomará el Paseo de la Sexta hasta llegar al Parque Enríquez Gómez Carrillo para enfilar por la 5a. avenida y finalizar en Bakabs (2232-4671, www.bakabs.com).

Historia

¿Cómo el Parque Cólón se convirtió en punto de referencia para la industria piñatera? “Después del terremoto de 1976, muchos de los comerciantes que perdieron su local en el Mercado Central rodearon el Parque Colón. Unos fueron reinstalados y otros lograron un espacio en el Mercado Colón, entre ellos había algunos fabricantes de piñatas”, indica Mirna Berducido, comerciante del sector e hija de María Teresa Baldizón, quien desde finales de los años 30 fabrica piñatas y en 1965 revolucionó la técnica al utilizar alambre y papel en lugar de barro. Berducido agrega que el terremoto fragmentó los comerciales, pues varios asistentes y trabajadores experimentados se independizaron, fenómeno que se repite particularmente desde los años 80.

La piñata de cada día

El beneficio social y el sistema económico que se obtienen de la industria piñatera es fuerte. Sólo en el área aledaña al Parque Colón (desde el mercado del mismo nombre, en la 14 avenida a la 10a. avenida, entre 6a. y 9a. calles de la zona 1) se estima que se venden 3 mil piñatas semanales. En promedio, por Q100 se obtiene un combo estándar (piñata, palo, 250 dulces y una docena de sorpresas). El tamaño del diseño determina el precio y la cantidad de complementos.

Se estima que un centenar de familias, que corresponden prácticamente a igual número de negocios, dependen económicamente de la elaboración de este producto. Y cuando se dice familia, se habla de la participación de todos sus miembros: unos se encargan de armar, otros de forrar y otros de vestir (colocar el diseño final de papel de china), mientras otros se dedican a su comercialización. Con una media por núcleo de seis miembros, hay alrededor de 600 personas que directamente dependen de esta industria repartida en dos gremios: los fabricantes y los distribuidores. Pocos son quienes se dedican a ambas ramas y, en el caso de los fabricantes, es visible las especializaciones, pues hay familias conocidas por dedicarse exclusivamente a determinado personaje y a la cual el resto de negocios les solicita unidades.

Imagen: Raúl Illescas.

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